jueves, 20 de marzo de 2008

LOS HENS

Guten tag ! digo, buenas tardes.
Aquí estoy ya. Soy un nuevo español, andaluz y creo que cordobés, gracias a la idea que tuvo nuestro ilustrado rey Carlos III y su ministro Olavide de repoblar con colonos tierras abandonadas de Andalucía y que estaban –y dicen que están aún- asoladas por bandoleros. Así lo ordenó y firmó en la Real Cédula de 2 abril de 1767. Nos han dicho que la idea es así poder crear nuevas poblaciones a lo largo del Camino Real de Madrid a Cádiz y de paso roturar nuevas tierras y aumentar los cultivos…
Perdón, no me he presentado. Ich heiben, yo llamar, digo, me llamo…. bueno…¿cómo decirlo….? Diré que me llamaba Jakob pero desde hace días mi nuevo nombre, castellano ya, es Antonio. Así evito sonrisas a costa de mi nombre extranjero, tedesco y, parece que gracioso o impronunciable para todos ustedes. Pero conservo mi apellido alemán: Hens. Así figura oficialmente en todos los papeles que llevo encima.
En los documentos se especifica el trocito de tierra que me corresponde en un nuevo pueblo que ayudaremos a edificar otros nuevos españoles como yo.
Y es que yo soy un inmigrante pues he nacido en otro lugar, en el lejano, lluvioso y frío Principado de Salm, a medio camino entre Alemania, Francia y los Paises Bajos, en la región de los Vosgos ¿entienden? Pero yo sé que mis hijos, nietos y demás descendientes, con el paso de los años, serán ya andaluces, españoles.
A lo que iba: Pronto me dí cuenta que mi nombre no ayudaría a entenderme con la ruda gente española. A eso se juntaba el humor que llamáis “guasa” tan abundante por aquí, ya más al sur. Me dí cuenta nada más entrar mismamente en Andalucía por el estrecho, tortuoso y wunderbar, bueno, -¡qué cosa más bonita!- Paso de Despeñaperros, allá en tierras de Jaén.
Unos han llegado a España en barco desde Génova hasta Almería y otros hemos venido andando desde los puertos del norte. Mi mujer Margarita, mi familia y yo cinco semanas de largos de camino tuvimos que hacer...
Pero no vengo yo solo. No. Tengo que decir que oficialmente hemos venido más de 6.000 con nuestras familias desde Alemania. Nuestros apellidos Bacter, Hebler, Pigner, Uber, Ostoft, etc. son imposibles de disimular. También vienen gentes con ganas de un futuro mejor desde el norte de Italia y Suiza...
Venimos a ocupar una parcela de tierra con la obligación de cultivarla. No crean que es gran cosa: unas 50 fanegas de tierra por colono, con la idea que cada familia pueda vivir de ellas y ser autosuficiente. Y no la podemos vender. Y menos mal que las parcelas o suertes contíguas se adjudican a colonos de la misma nacionalidad porque no sé cómo me iba a entender con mis vecinos. Pero ya aprenderé…
A propósito: me dijo mi vecino que en los nuevos pueblos se prohíbe el establecimiento de mayorazgos y conventos. Digo yo que será porque, a la larga, nobles y curas se quedan con todo. Pero no piensen mal. No: Todos los que venimos, obligatoriamente, somos gentes católicas y temerosas del Tribunal de la Inquisición. Aunque sé de familias pobres protestantes y luteranas que han disimulado su credo…
Todos, obligatoriamente también, tenemos experiencia en oficio declarado y construimos nuestro pueblo sobre el lugar antes conocido como La Parrilla. Y en honor al nombre de nuestro rey, lo hemos bautizado como La Carlota.
Hemos fundado también los pueblos de: Carboneros, Santa Elena, Guarromán, Prado del Rey, La Carolina, La Luisiana, Fuente Palmera, Herrera, Aldea del Río. Lo malo es que no pensábamos que en estas campiñas hiciera este tremendo calor africano…
Me despido ya.
Auf wiedersehen!, perdón, digo que hasta la vista.

de Paco Córdoba