viernes, 7 de marzo de 2008

EL ADIÓS DEL PANADERO

Hola. Salam aleycúm.
Me llamo Guzmán Ben Sibli y, como bien dice mi apellido, soy “hijo del sevillano”. Mi familia, y yo somos andaluces desde hace más de 800 años. Procede de Córdoba, de Medina Bahiga, lugar de mis antepasados. Durante años tuvo allí una panadería hasta que mi abuelo se trasladó a Sevilla. Yo mismo hasta hace poco era panadero en Alcalá de Guadaira.
Mi supuesto delito solo ha sido ser descendiente de musulmanes. ¡Y quién no! Cierto que muchos lo son aún a escondidas, pero la mayoría somos cristianos como lo fueron ya nuestros padres a la fuerza, temerosos del Tribunal de la Inquisición.
Estoy en una playa con lo que queda de mi familia esperando una galera que nos traslade a África, a la Berbería. Igual que nosotros están 100.000 andaluces. Es primavera del año 1610. El año pasado nuestro rey Felipe III, seguramente mal aconsejado, ha firmado nuestra expulsión de España sin pensar que, aunque cada vez somos menos los musulmanes en sus reinos, aún somos el 25 % de los valencianos y casi el 20 % de los aragoneses.
El rey no se dá cuenta que expulsa a familias que se apellidan Abril, Torres, Belascot, Garsía, Mendosa, Morares, Paes, Cordobés, Molina, Almodóvar, Montoro, Barrada, Sevillano, Guzmán, Granadino, Castañeda, Redondo, Salas, Castillo y tantos y tantos otros llamados Lucas, Ramón, Guzmán…. Es una gran injusticia.
He tenido que casi regalar mi panadería a un cristiano viejo, he perdido a mis hijas menores de 7 años que sé las encerrarán en conventos de monjas, mi vieja madre no ha resistido las dos semanas de caminata entre Sevilla y Málaga. Me han separado de amigos…. Esta desgracia se veía venir desde hace casi un siglo pues el padre y el abuelo del tercer Felipe ya amenazaron si no cambiábamos nuestras costumbres. Nos llaman despectivamente moriscos. Pero, ¿por qué?...
Algunos se fueron antes. Sé que todo empezó con la rendición del Reino de Granada, el último trocito que quedaba de Al-Andalus. Los que marcharon fundaron pueblos y barrios en las ciudades norteafricanas. Si llegó vivo preguntaré dónde está el “barrio de los andaluces” pues seguramente encontraré por allí algún paisano…
Cierto que la mayoría de nosotros habla “algarabía”, es decir, árabe. Entre nosotros, en casa, hablamos también “aljamía”, el idioma de nuestros antepasados andalusíes, pero todos sabemos hablar castellano aunque con acento... Y precísamente éso es lo que éso usa como prueba un Tribunal: nos hace pronunciar la palabra cebolla y al que dice sebolla lo acusan de aljamiado, como si ellos mismos no tuvieran antepasados de la misma sangre. También nos acusan de seguir vistiendo nuestras ropas y guisar según nuestras costumbres.
Yo veo que la mayoría somos artesanos y agricultores. ¿Quién cuidará de las huertas y acequias valencianas? ¿Quién recolectará la caña de azúcar granadina? ¿Quién sabrá elaborar la seda? ¿Quién sembrará arroz y labrará los campos?... Creo que nadie, pues los cristianos viejos presumen de linaje y ven muy mal los trabajos físicos, en especial los manuales. Las tierras se abandonarán y vendrán tiempos de sequías y hambre.

Ya embarco. Las olas mueven la vieja galera. La costa malagueña se aleja. Mucha gente llora y dice adiós a esta nuestra tierra que jamás volveremos a ver…
Wa sha´Allah dicen algunos... Ojalá Dios nos guíe y nos proteja.

de Paco Córdoba