viernes, 7 de marzo de 2008

APRENDIZ DE ADIVINO

Levántate ya, muchacho, que pronto amanecerá y sujeta a tu nervioso perro, que de tan gordo más parece un cerdo. Me duelen todos los huesos. Creo que no debimos quedarnos a dormir aquí pero ayer estaba el sendero de Ipolcobúlcula lleno de barro y mucho me pesan los treinta años. 
No te rías, desgraciado...
Hoy he soñado con un acogedor fuego y un poco de carne con manteca que calme mi hambre. Con suerte, tras esa nava veremos Licabrum y al fondo el heroico pueblo de Astapa, donde auguro que la fortuna nos será propicia...
Espabila. Y lávate un poco, pues parece mentira que seas hijo de mi buen amigo Búdar, el más célebre adivino, de puro linaje turdetano, que vivía en las riberas del río que unos llaman Betis y otros Perkes, en la colina de Kortuba...
Recuerda que cuando un adivino se aproxima a un poblado debe hacerlo dignamente y luego hablar poco, pero con voz grave y lleno de seguridad, si es que luego deseas contar monedas o catar un buen pedazo de carne en vez de las alcachofas, setas o hierbas que encuentras en el camino.A propósito de hablar: espero que cuando nos presentemos en la ciudad no vayas a soltar ninguna palabra en latín, como es moda entre los jóvenes. Un adivino debe saber expresarse en el idioma de sus antepasados. Eso impresiona a la gente. Ya sé que poco a poco nuestra lengua íbera se vá perdiendo por culpa de los invasores extranjeros.
Recoge las cosas, ten los pequeños exvotos a mano y no guardes aún la falcata pues esos montes de encinas están poblados de alimañas. Y recuerda que no debes de pedir menos de dos monedas romanas por una terracota. O cuatro si son de bronce. Pero asegúrate que no llevan la inscripción de una espiga, o un arado o bien un yugo, pues son íberas y casi no valen nada fuera de estas tierras. Espabila, te digo...
Bordearemos aquella montaña sagrada que ves entre nubes a tu derecha pues es un santuario muy venerado por nuestros antepasados en honor a la diosa de la fertilidad. Estos montes siempre fueron frontera entre las ricas tierras cultivadas de la campiña y las ganaderas de las sierras.
Seguro que alguien nos observa desde esas atalayas: algún legionario romano. Es raro no habernos cruzado con alguna patrulla, claro que solo vigilan las nuevas calzadas de piedra y este camino es antiguo... Algunos de esos torreones fueron construidos por los púnicos que llaman cartagineses, enemigos de los romanos.
Eres un jovenzuelo ignorante. Esas atalayas les llaman las torres de Aníbal, pues así se llamaba el general cartaginés que las mandó edificar, para proteger el camino por donde transitaban las caravanas de mulos cargados de plomo y de hierro, entre las minas oretanas de Cástulo y la ciudad libio-fenicia Mainake. Por cierto ¿sabías que la esposa de Aníbal era de linaje íbero? Era de Cástulo, zoquete... ¿No recuerdas acaso dónde estuviste hace cuatro lunas conmigo?
Te digo que las luchas entre cartagineses y romanos arruinaron Iberia. Las diferentes tribus de los íberos se aliaron con unos o con otros según conveniencia... No sé para qué le cuento esto a un.....un… ignorante. ¡Eres un ignorante! ¡Levanta y espabila!...

de Paco Córdoba